Afirmar y celebrar la existencia de una comunidad inclusiva de seres vivos
La identificación de las vacas en general con la divina Surabhi (incluyendo a los machos—se escucha el término go-vamsh, un término inclusivo para vacas y toros) sitúa a las vacas como representantes de lo femenino divino, el cual, a su vez, se identifica con la tierra como fuente de sustento para todos los seres y, de manera más abstracta, con prakriti, la naturaleza en su totalidad. Así, las vacas manifiestan lo femenino divino y natural, en contraste con el principio masculino divino y humano, purusha, que está presente en todos los humanos (pero en realidad en todos los seres vivos, según la filosofía Sāmkhya), sin importar si el cuerpo es masculino o femenino. Según Swami Datta, las personas raras que comprenden estas identidades venerarán naturalmente a las vacas, sabiendo que al hacerlo, toda la naturaleza será venerada, y todos los seres (purushas), al ser sostenidos y cobijados por la naturaleza venerada, estarán satisfechos y en paz. La rareza de esta comprensión, sugiere Swami Datta, se debe al hecho de que la gran mayoría de las personas buscan satisfacción para sí mismas y para su círculo inmediato de amigos y familiares. Tales personas tienden a venerar divinidades masculinas predominantes—Brahma, Shiva, Vishnu o Ganesha—perdiendo así la oportunidad de ser instrumentos para el beneficio del mundo entero mediante la veneración de Surabhi.
Existe entonces una noción de que la veneración de la vaca sirve para afirmar y celebrar la existencia de una comunidad inclusiva de seres vivos. Como acción ritual, la veneración de la vaca, tal como se concibe aquí, forma parte del ciclo cósmico más amplio del que habla Krishna en el Bhagavad Gita, centrado en la práctica de los ritos sacrificiales (yajña). Se puede considerar la puja como una forma simplificada y democratizada de yajña, mediante la cual los humanos actúan como agentes de la regeneración cósmica al realizar ofrendas rituales a divinidades invisibles. En el caso de la veneración de la vaca, las vacas están plenamente visibles y vivas; su presencia tangible compensa los elementos intangibles que representan.
—Del libro Cow Care in Hindu Animal Ethics (El cuidado de las vacas en la ética hindú del trato animal) de Kenneth R. Valpey, Palgrave Macmillan
Si me bendices
Una historia impactante de dedicación al servicio de las vacas de Krishna me fue contada por Raju, un residente de Govardhan (en la región de Vraja) y pastor de las treinta vacas de una residente ucraniana, Arca Murti Dasi. Raju sufrió un accidente mientras trabajaba con un inversor eléctrico, cuando el ácido líquido del aparato explotó sobre su cuerpo y rostro, dejándolo completamente ciego. Mientras era atendido por su familia en casa, tras regresar del hospital (donde le habían informado que nunca volvería a ver), soñó una noche que Surabhi, la vaca mayor del rebaño que él cuidaba, se le apareció y le habló, quejándose de su abandono. En el sueño, él le explicó lo que le había ocurrido, diciéndole: “Si me bendices con la vista, podré volver a cuidarte”. A los pocos días, recuperó completamente la visión, una recuperación que él atribuye totalmente a esta vaca, lo que lo inspiró a hacer el voto, de que serviría siempre, por el resto de su vida, a las vacas de Krishna (entrevista con Arca Murti y Raju, 14 de febrero de 2019).
—Del libro Cow Care in Hindu Animal Ethics (El cuidado de las vacas en la ética hindú del trato animal) de Kenneth R. Valpey, Palgrave Macmillan